En esta historia vemos a un matrimonio con respeto entre los cónyuges, pero sin amor entre ellos, algo que sucede siempre. Un conflicto generacional que enfrenta al padre con el hijo y que resquebraja la armonía familiar. Un drama con todas las letras que si no fuera por las portentosas actuaciones de Denzel y Viola, no tendría nada que hacer en los Óscar.

La dirección de Denzel es bastante simple y muestra un enorme respeto por el material original. Tal vez por eso es tan sencilla, para evitar desviar la atención del texto, que es al fin y al cabo donde está toda la esencia. La película en ningún momento oculta su naturaleza simple, se recrea en ella, en toda la simpleza que es capaz de tener la vida de un hombre de pasados los cincuenta años que sabe que sus mejores tiempos quedaron atrás.

Es una cinta hecha y dispuesta para el lucimiento de sus actores. Denzel la sostiene con aplomo y lucimiento; se evidencia el gran actor que es, con líneas de diálogos interminables; secundado por una gran Viola Davis, que ya es hora de ser reconocida, y se merece por está película todos los premios que le den,  y un sorprendente Mykelti Williamson, en un papel para aplaudir.

Fences es una reflexión sobre las relaciones padre-hijo, sentimentales, e incluso con la relación que tenemos con nosotros mismos. Bajo una estructura meramente teatral, no arriesga más de la cuenta y se limita a sostenerse en base a su reparto, que logra con prodigio y finura sacar adelante la historia. 

Dirigida por Denzel Washington.