País: Perú
¿De qué trata? A los diez años, Paolo le pide a su mamá que quiere conocer a su papá, un jugador desconocido que se retiró temprano por una lesión. El niño no lo sabe, pero el reencuentro con su padre y con su disciplina, inician en él un cambio de carácter que lo terminará convirtiendo en el jugador profesional que todos los peruanos conocemos, el guerrero, el luchador. Paolo junto a sus amigos del barrio y con todo el apoyo de su mamá, logra superar los obstáculos y cumplir su sueño.
- autogol
No dudo del ejemplo que puede representar Paolo Guerrero para la juventud peruana, ni tampoco que los logros obtenidos o no en su carrera deportiva desmerezcan la producción de una película sobre su vida. Esto aclaro para que la presente experiencia se centre solo en lo realizado en la película, no en el personaje real.
Tranquilamente esta película pudo ser un cortometraje. Conforme avanzaba el metraje, no sentía emoción alguna ni un reflejo de superación que me deje algún tipo de mensaje. La historia se basa en la infancia del futbolista pero no la representa bien. Le falta alma, fluidez, naturalidad. Le falta ese cúmulo de emociones que conmueven o te hacen sentir que estamos viendo un ejemplo a seguir. Nada de eso me hizo sentir la película. Escenas vacuas, prescindibles y que no alimentaban para nada a la historia. Lo poco que hay para rescatar tranquilamente formaba un metraje de 10 minutos.
La ambientación de la historia, situada en 1994, es defectuosa (los niños cantando Salserín, cuando la orquesta venezolana recién sonó en 1997 en nuestro país). De igual forma, el uso del product placement (cuando insertas marcas de productos o servicios dentro de una película) es descaradamente evidente, algo que se ha ido viendo en el cine comercial peruano, que aún no logra dominar esta técnica publicitaria.
Los personajes no resaltan. Aquí hay un factor que me preocupó. Esperé mucho la presencia de Constantino Carvallo en la película, ya que el profe resultó ser una figura importante en la vida de Paolo y de tantos chicos de Alianza Lima, ya que los formó en varios ámbitos de la vida. En Guerrero resultó ser un personaje más. No se muestra sus dogmas educativos, su apego hacía los chicos y es un personaje que no trasciende, al igual que tantos otros, lo cual demuestra que hubo poquísima preocupación en desarrollar personajes para el bien de la historia.
Guerrero es el colofón de un flojísimo año para el cine peruano, en donde las cintas de corte comercial no han mostrado preocupación alguna por ofrecer historias de calidad, arriesgarse un poco más y no solo invertir en campañas de promoción y publicidad con la finalidad de ver si revientan la taquilla o no. Un año que no me deja con una cinta nacional de preferencia y en donde se ha tratado mal a ese otro cine que no llena las arcas y que intenta sobrevivir en poquísimas salas y en horarios absurdos.
Dirigida por Fernando Villarán.