Magallanes y La Hora Azul comparten el mismo argumento. Y es que ambas se basan del mismo libre solo que se nota a leguas la diferencia entre una y otra, debido al camino que toman y a la perspectiva que cada uno de los directores decide orientar su relato.

Para ser una ópera prima, la chamba de Evelyne Pegot es bastante aceptable. Logra que la película mantenga un ritmo mesurado, sin caen en silencios prolongados ni ningún otro aspaviento que perjudique el andar de su historia. Lo de Ciccia es decente más no brillante, ya que su personaje no requiere mucho esfuerzo a mi entender. Un hombre que conoce el lado oscuro de su viejo, una vez que éste ha muerto. Así pues hereda ciertas pasiones e intereses que saldrán a relucir cuando conozca esa otra historia que tanto tiempo le fue escondida.

Miriam (Jackelyne Vásquez) representa aquellas mujeres que arrastran el dolor y la miseria que dejó la lucha contra el terrorismo. Esa guerra que no tuvo ni héroes ni villanos, ya que de ambas partes hubo su maldad, su insensibilidad. Es aquel dolor que se refleja en la mirada sin rumbo de Miriam la que acompaña el incierto presente que decide tomar el personaje de  Ciccia. Como si el dolor ajeno le abriera los ojos y le haga pensar que está en una élite llena de banalidades, podredumbre y tan escasa en valores que ya no quiere ser parte de ella. Así pues, esta cinta que podría haber seguido la estela del thriller que tan bien adaptó Magallanes, se decide más por un drama que tiene que ver con lo estrictamente social. 

La Hora Azul es una cinta que nos permite ver esa estela de violencia que el pasado persiste en no dejarnos. Ese futuro incierto del que varias familias aún están inmersas, pagando los platos rotos sus hijos y descendientes, herederos de un dolor que les es ajeno pero que invade su alma. Y aquellos que revientan su burbuja y conocen la realidad tal como es: cruda, sincera y llena de incertidumbre, convirtiéndonos en cómplices de ello.

Dirigida por Evelyne Pegot.