Me agrada cuando veo una película nacional que ofrece algo distinto. Que se anima por mostrar nuevos talentos en actuación y que se aferra a construir un relato "original" pese al escaso apoyo que existe en nuestro cine para dichas propuestas. Así pues, pese a una serie de contratiempos en su estreno en el Festival, pude ver la nueva pela de Adrian Saba, la cual me dejó una variedad de sensaciones.

Me esperaba una historia así. Fuera de clichés, jugando con la cuestión onírica y mostrando el talento de sus jóvenes (y desconocidos) protagonistas. Debo reconocer que en lo interpretativo la pela camina muy bien. Quizá por ahí uno que otro desliz pero no entorpece al conjunto en general. La historia sí me dejo uno que otro sinsabor y es en la forma como fue contada. Sentí por momentos que se mostraba forzada, como si ciertas escenas no siguieran el ritmo del relato, con lo cual sufría cierto desvarío. 

Las realidades que se van mostrando, intercalándose con lo onírico, no me resultaron creíbles. Y es que en esa gama de universos que el cineasta presenta sobre cada uno de los personajes, uno que otro no sigue el mismo sendero y se pierde en la ruta, con lo cual me deja la sensación de que estoy ante una historia que cojea en ciertos momentos e intenta muchas imágenes (escenarios) visualmente atractivas que no me alimenta. 

Lo que sí me agradó es la estela de romance que presenta, del amor en tiempos difíciles, como una luz dentro de tanta oscuridad que permite ver una cinta que toca el tema del amor sin tanto melodrama, sin tanto énfasis. El mostrar un relato no tan convencional pero a la vez entendible: la típica historia del chico sin suerte, que vaga por caminos oscuros de la vida y se enamora, con lo cual le permite tener un halo de esperanza para la vida que le ha tocado. Lo agradable es que no se sabe si este amor es real o es parte de un sueño, ya que Sebastián es un pata que gusta de soñar (como muchos). Ahí radica mi interés por esta película, ya que permite que el espectador interprete una historia de varias formas, sin conocer a ciencia cierta si es que lo que se cuenta es parte de una realidad o de un sueño del protagonista. 

El soñador me resultó una película interesante. No completa pero sí atractiva en lo que quiere expresar. Con una excelente fotografía que ayuda a sentir ese clima melancólico que irradia la historia por momentos. Y es para el aplauso que cineastas como Adrián Saba crean en lo suyo y se sigan animando a contarnos historias acorde a lo que ellos fabrican en su mente. Así tendremos más cine nacional  y para todos los gustos.

Dirigida por Adrián Saba.