Dos días, una noche es una película belga que nos muestra algo que quizá a muchos les parezca atípico pero que en nuestro mundo real es algo a lo que uno se verá obligado en cualquier momento. Sandra (M. Cotillard) puede perder su trabajo debido a que en su fábrica utilizan su puesto para canjearlos por el pago de un bono extraordinario a sus compañeros de trabajo. Todo queda en ellos: decidir si despiden a Sandra o aceptan este cobro demás. Ella tendrá un fin de semana para convencer a sus colegas que no acepten ese premio y consideren su no despido. 

Es interesante ver a la Cotillard interpretando a una mujer común y corriente. Me olvido por un momento de su belleza y me centro más en lo que es como actriz. Los Dardenne  saben a quien tienen frente a cámara y logran que ella interprete de manera genial (y hasta conmovedora) la lucha de una madre de dos hijos por mantener su trabajo, acudiendo a las casas de los trabajadores en busca de su voto a favor. Pese a los problemas que padece (salió con suerte de un fuerte cuadro depresivo), Sandra no se amilana ante nada y pese a negativas y desplantes, insiste en la lucha por no quedar desempleada. La cámara la sigue en cada caminata, en el tranvía, en su soledad. Ella se muestra como una mujer que pareciera resquebrajarse en cualquier momento, pero que sigue adelante pese a que la realidad no le favorece, ya que convencer a varios trabajadores que dejen de percibir una paga, solo para que no la despidan, resulta complicado, no?

La cámara en mano le da mucha naturalidad a la historia. El lenguaje es muy comprensible y los silencios abundan. Solo sentimos el trajín de la protagonista y su fin de semana clave para el éxito de su vida. El desenlace llega con un mensaje fuerte sobre la superación personal y la alegría plena de superar miedos y escollos, que van de la mano con la valentía mostrada por una mujer que no pierde los papeles ante respuestas negativas y mas bien se muestra como la mujer luchadora dispuesta a dar el todo por no perder su trabajo. Eso es lo bueno del cine de los Dardenne, que cuentan historias de manera tan natural, que uno parece que viera pasajes de la vida real.

Dirigida por Jean-Pierre y  Luc Dardenne